A Esmirna
Furiosa: ¿como podría llamarte,
sin mencionar con honda voz,
y lamentable pèrdida
tu nombre de ciudad turka?
tu mano se hacia tejido:
mientras todos veían con malos ojos,
aquel hombre que se embellecía,
por tu abrigo rojo escarlata
entonces se dieron cuenta,
que con el tejer del tiempo,
tus pies atormentados,
buscaron aguas corridas y agitadas
para lanzarte al viento
cabeza deshilvanada, lista para el acecho
¿acaso querias corresponder tu alma triste y excitada
arrojándote a esa violencia oscura y acaudalada?
gritabas:
¡Caroni, Caroni!
por no saber la historia de tu propio nombre
para lo que ese mismo hombre ofrecía sus oídos
mujer atrapa vientos, hecha de hilos
cuyo zurcir no fue suficiente
para mantenerte en cuerda y seguir tejiendo
dejando florecer aquella tarde turbulenta
tu cuerpo exaltado, que ahora es río
cuya garganta ruge, el balbuceo de tu hermoso nombre
Sin embargo confieso, que siempre fuiste río.