viernes, 29 de diciembre de 2017

Arpía

hermosa alada, comprometida con Zeus
el castigo es tu acto matutino
frecuentado con rigor, 
sin piedad ni discernimiento

te veía impaciente
apurando tus afiladas garras
un rostro de mujer y corazón de rapiña
maléfica la palabra, en tu frente escrita estaba

salvado de la tempestad, inocente truncado
caído como estoy, culpable que soy
acogo hoy el mejor perdón, 
pues tu tormento hoy se llamarà un olvido

agradecido por tu ayuda,
de llevar mi condena
ni siquiera darás cuenta
que hoy a ti escribo esto,
y que mejor venganza 
no hay otra que tu nombre
arpía de adorables cabellos, y palabras veloces


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viernes, 22 de diciembre de 2017

Escuchame rugir

Dices que me visitaste, colgaba, nocturna de una jaula,
belleza indómita y cuerpo furioso: ¡rugía!
era colmillo y pelaje como siempre,
salvaje y bruta como nunca

alzaste tu voz suave, atemperabas mis gritos
abalanzada como fuego sobre aquellos ojos
¡circo que clamaba bestia!
bestia y mujer, con pecho herido

que bendijiste mis cadenas esa noche
y al sonido de un rezo, la rudeza se atormentaba
torcidas extremidades, besabas cual rosas
dulzura exquisita, que me volvía humana

allí estabas tu, acurrucado y apacible
ahí estaba esa que era, agitada y temblorosa
mientras todos decían: ¡vaya fiera!
yo regresaba para darte nombre

custodiada, temida como estaba,
liberaste un ruido que extinguía mi garganta
ardiente y áspera como la arena
rota y encendida como la sangre

Alguien también dijo, que aquel hombre
 había soñado con una tormenta.


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domingo, 29 de octubre de 2017

un mundo y dos palabras

eran apenas unos niños
cuyo padre había sido encarcelado
no sabían de rencor, ni venganza
solo escucharon dos palabras:
izquierda y derecha,
y con eso, no solo aprendieron a escribir

y a partir de aquellas,
empezaron a organizar su mundo,
solo existían dos tipos de gentes,
dos tipos de paises
dos tipos de justicias

y en ello se les fue la vida,
se dieron a servir a una palabra,
y aniquilar la otra
para salvar en cada muerte al padre preso


y su odio será perfecto,
puro y bello como un diamante
simétrico y placentero a la vista
geométrico, exacto y precioso,
como un cuchillo.











domingo, 15 de octubre de 2017

Me gusta/No me gusta

Me gustan las palabras:
rotas
dislocadas y
transgresoras.

No me gustan aquellas otras
las enteras,
completas,
las que parecen que saben,
y que buscan corresponderse con las cosas.


Me gustan los lugares donde se juegan con las palabras,
donde se habla de erotismo, de agresión, donde se confiesan pecadores
donde la gente se sabe cuerpo.

No me gustan los lugares donde se idealizan imágenes de hombres,
y donde los tropiezos se disimulan, y las palabras pasan desapercibidas,
aunque se hable.


siembra tulipanes en la lluvia

Como decía un gran poeta:
Plant tulips in the rain

mas ellos no querían ni el olor de una naranja
que no huelas
que no mires
que no comas
que no vivas

Cuando a mi me dijeron
que no querían el olor de una naranja,
di media vuelta y me fui.

a sembrar tulipanes en la lluvia.


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Lucidez

con el paso del tiempo,
 
o con el tiempo pasándome

mi lucidez se marchita,

o me voy percatando mejor de su inexistencia.




jueves, 12 de octubre de 2017

Sobre el Olvido

Por: Margareth Acevedo


A un amigo que era de rojo


Hoy no recuerdo aquello que solìa pensar hace 10 o 5 años, agradezco por ello. Mas un asombro viene en su lugar, por eso trato de volver a ese tiempo. Mi memoria política naciò en 1999, con Chavez. A partir de allí, solo recuerdos de infancia, asociados a turbación, confusión, y polarización. El mundo empezó a presentarse-me bajo dos categorías sociales y políticas: Chavistas y los que no. Una de las preguntas de presentación que se introdujo en las relaciones para determinar sobre que mejor no hablar.


Pasaron 17 años, para terminar de concebir una opinión al respecto. Esto me enseña dos asuntos. El primero: toma su tiempo asumir una posición, la cual tiene su costo en términos de cuerpo. Los estragos que ha implicado este gobierno, recaídos en lo real de sus efectos: enfermedad, hambre, angustia, perdida, terror, algunos nombres para el cuerpo desbastecido.  Los dos impulsos principales del hombre: hambre y amor en amenaza perpetua; eso es el corazón negro de esta cúpula denominada chavismo.


El segundo: una vez que se asume esa posiciòn, no hay vuelta atrás, no puedes seguir sumergido en el olvido y en las esperanzas de un rumbo mejor bajo las mismas premisas. La derrota de un discurso alojado en significantes polarizados, es una victoria. Ya no se cree en ese enemigo externo, sino que dicha estructura implementada de manera tan cercana, te arroja en la cara, la cruda verdad: "dormimos, soñando en que el enemigo nos persigue, y al despertar, nos acecha la certeza, de que eso no era mas que un sueño", mas despiertos, debemos estar precavidos de que el enemigo mas terrible, es aquel, al que justamente no podemos escapar vivos. El escape masivo de venezolanos, es increíble. Un oleaje podríamos decir. Una re-patriaciòn (jugando con repartición) de venezolanos, por el mundo.


Conceptos como emigración, libertad, paz, derecho, verdad, humor, nefasto, prudencia, empezaron a cobrar sentido, a tornarse con cierta materialidad, donde cada vez mas se hacia insostenible "hacerse uno la vista gorda". Aun cuando un signo de ceguera inquietaba mi visión,  ésta quería ver mas, mas de cerca, mas lejos, mas alto. Tres opciones marcaban el sello del venezolano, tres opciones humanas, que no nos eran lejanas: el amor, el odio y la indiferencia. Ésta última, no sin consecuencias.


Hacer la vista gorda o pasar por alto, es una alusión a los cuentos infantiles. El coco, es una de esas criaturas ficticias asustadizas para los niños que no quieren hacer caso o no se quieren dormir. Sin embargo, el niño siempre puede hacerse el loco con esto, arropándose la cabeza con las sábanas, o voltear para otro lado. Es una forma de decir: aun cuando eso te vea de frente, siempre puedes cerrar los ojos.


Duérmete niño, / duérmete ya, / que viene el coco / y te comerá.


Y paf! paf! vas y cierras los ojos rapidito. Te enseñaron entonces a dormir, frente a aquello que te aterra. Olvidar es un nombre del alivio. Del dormir tranquilo y despierto.


El libro de La risa y el olvido de Kundera, de 1978, nos muestra la historia de Praga, y su condena por un estado represor, a un pueblo a re-escribir su historia y sus biografías, para imponer un olvido a lo que eran. El lema tan seguido y usado en Venezuela, por el Gobierno actual: ¡No pasaran! cuya primera referencia se encuentra en la batalla de Verdun en la Primera guerra mundial por el general frances Robert Nivelle, Ils ne passeront pas! es una frase para expresar la determinación de defender una posición contra el enemigo. Pero también es el mecanismo que opera en los estados de represión inconsciente. 


En el psicoanálisis, es la forma bajo la cual el sujeto se las ingenia para rechazar aquellas representaciones, impulsos, deseos,  cuya cualidad de desagradables para la conciencia implica su desalojo, manteniendo el afecto inconsciente. Surgiendo, si la operación defensiva es ineficaz, de forma sintomatizada. ¡No pasaran! es la contundencia del procedimiento del olvido. Eso que usted no quiere recordar, por su carga afectiva excesiva,  surgirá luego,  en forma de brotes, de retoños sintomáticos.


Nietzsche lo dice de un modo mas claro: "Bienaventurados sean los olvidadizos ya que vuelven a tropezar con la misma piedra".


Otra forma de olvido surge en el éxodo, el mismo que muchos venezolanos, de forma voluntaria o no, asisten al encuentro de dejar un suelo conocido; dejar un terreno para acudir al siguiente, las gentes al dejar sus calles, sus parques, sus libros, amigos, sus lenguas y oficios, van dejando sus recuerdos, el olvido pesa. Tamina, uno de los personajes de la novela de Kundera, se esfuerza por recordar. Un esfuerzo mas, exige un sistema opresor. 


Uno de los hechos de desconcierto y asombro, es el esfuerzo y trabajo realizado por este gobierno para producir modificaciones en fotos, vídeos, grabaciones, para anunciar falsos culpables, y victorias mentirosas. Lo descarado salta a la vista, y lo que me causa asombro es que muchos pueden no sospechar de ello, esto me permite entender el enorme trabajo y vidas que implica sostener un ideal. 


Los fraudes pueden sostenerse por mucho tiempo, aquí los ojos, pueden embaucar-se, por lo insoportable que puede ser la caída de la piedra, esa que llevo a Edipo a arrancarse los ojos, para no dejarse engañar por la mirada. Sin embargo, al cerra los ojos, tropezamos. Nos enseñaron a usar la vista para no ver.  Nietzsche  de nuevo nos asalta: "El creer que se tiene una verdad es casi siempre al precio de un olvido".


No hay que olvidar otra roca, aquello que permitió erigir a la Iglesia Católica como representante de Dios, y asistir la inquisición tantos años. ¡Cuidado si no te gustaba el cerdo! si te veían decir que no a dicho plato, podían acusarte de realizar practicas del judaísmo, y llevarte a cuestión, es decir actos de tortura para la confesión. Y aquí el dolor no engaña, podía hacerte confesar cualquiera cosa, no es una exageración.  Entonces ibas y aprendías a comer cerdo a-juro, te ponías al frente del santo oficio y te lo comías a pescozones, atragantándote para "vivir". 



¿Que doy hoy por verdad, la cual mañana pagarè por ella? esta pregunta me atormenta, por eso me tomo el tiempo de escribir esto, como también hacerme un lugar para decir sobre lo que me resulta intolerable, estoy diciendo que hay que hacerle un lugar a esto. Hoy día, opinar puede costar la vida, mas eso no implica callar, sino donde saber decir. Encarnamos en nuestras palabras el terreno para la guerra, tenemos en la frente la etiqueta futura de enemigo. No hay que olvidarse de esto.


Hacernos amos de nuestras opiniones, ¿no es acaso encerrarnos en un olvido? Fácilmente se mata y se muere por una idea, eso bien se dice en las noticias. Toda aspiración a un ideal, cuando se padece hambre, resulta sospechoso, el cuento de Oscar Wilde "El amigo fiel" nos aproxima a este acontecimiento. Pobre del pequeño Hans, quien confiando en las palabras de su amigo el molinero, esperando la promesa de una carretilla rota, murió de frío, hambre y enfermo. Y asì finaliza dicha historia, que recomiendo ampliamente su lectura:


-Temo que no haya usted comprendido la moraleja de la historia- replicò el pardillo.

Resultado de imagen para un amigo fiel oscar wilde-¿La que? gritò la rata de agua.

-La moraleja, dijo àquel.

-Caramba! dijo la rata con tono iracundo-. Podía usted habérmelo dicho antes de empezar. De ser así no le hubiera escuchado,  con toda seguridad. Le hubiese dicho indudablemente ¡"Pse"!, como el critico. Pero aun estoy a tiempo de hacerlo.


Exactamente!  Esta historia tiene su moraleja, dijo. 


Confieso entonces que pensar en ello, me deja dormir tranquila; aunque tiene un precio en mi memoria, cuesta un olvido.


La política de la mariposa

Por: Margareth Acevedo
Ante el ave mansa, que es la cigüeña, y sus nocturnidades mitológicas, nos aguarda un acontecer no tan ovíparo. Ella, quien sin ser plumífera, vuela, condenada a compartir con sus otros especímenes de naturaleza lepidóptera, muestra bellamente su fracaso constituido en una consecuencia lógica de su tan voluntario enclaustramiento.
La escafandra y la mariposa, película dirigida por Julian Schanabel, en el 2007, nos invita a un recorrido inèdito de un cuerpo atrapado bajo sus propias entrañas, es decir, un cuerpo detenido exceptuado por  el acontecer de su palabra ofrecida ante su reserva perceptiva,  reducida al parpadeo de su ojo izquierdo. Allí, en esa parálisis física, se iniciaba lo que podríamos denominar, un torbellino existencial. Un sujeto dispuesto a sentir gravemente lo que implica su ser en el mundo. Librado del ejercicio de la movilidad, esa, que distraída, nos aleja de la experiencia de poseer un cuerpo. Ese perol que habla, contempla, disfruta, padece, también nos demuestra su apego a la materialidad que nos constituye, aquí la escafandra que es el cuerpo.
La escafandra es una palabra que proviene del francés scaphandre, èsta del griego skaphe (barca) y andros (hombre), fue utilizada por primera vez en 1775, por Jean Baptiste de La Chapelle, en su Tratado de la construcción teórica y práctica de la escafandra o barco del hombre (Traité de la construction théorique et pratique du scaphandre ou du bateau de l’homme). Es un invento que consistía en un traje realizado en corcho que permitía que los soldados pudieran flotar y atravesar un curso de agua. Actualmente, la palabra ya no se refiere al invento del Abad de la Chapelle sino a un conjunto de equipos y dispositivos que permiten que una persona pueda penetrar con seguridad en un entorno que le es hostil.
Fuente: RAE y ASALE (2014). Escafandra. Diccionario de la lengua Española. (23ª ediciòn). Madrid.
Es una maquinaria que suministra elementos funcionales, para mantener en vida el organismo. Un dispositivo externo a él, pero del mismo modo tocante a la intimidad vital.  Su parecido con las nuevas inserciones del campo tecnológico al mundo vincular, es increíble. Sin embargo, también comparte con la plataforma de la estructura del lenguaje con el cual el hombre se ve incluido: un artefacto prestado de lo cultural, ajeno y extraño,  con el que logramos involucrarnos tan estrechamente, que se vuelve parte del cuerpo. Un sonido, hecho órgano.  Extimidad: un neologismo lacaniano, que viene  a dar cuenta de lo paradojal del adentro-afuera, lógicas espaciales con las cuales creemos organizar así, nuestros modos de la realidad.
El argumento de la película, nos lanza repentinamente al encuentro con lo mas elemental de la vida: “estamos atrapados”, ¿quien podría imaginar que eso que  llevamos, “le corps”, a todas nuestras partes, resultaría ser la primera experiencia de encarcelamiento a la que accedemos?
Jean-Dominique Bauby, el protagonista de la historia, ante una embolia sufrida, cae vìctima del “síndrome de cautiverio”, paralizado, sin poder hablar, comer, ni respirar sin asistencia, se ve conectado a una maquina de la cual depende todas sus funciones. El director, magistralmente, logra, a partir de un cierre de cámara, que equivale a la percepción de Jean, sobre su ojo izquierdo, relatar todo lo que sucede. La mirada del espectador, es, literalmente, la mirada del cuerpo enclaustrado.
¿Que queda entonces para Jean, como posibilidades de contacto, para vincularse con el mundo? ¿Que hay del hombre, recién nacido, que aun sin disponer del aparato organizado de las palabras, y tampoco de las posibilidades físicas de su cuerpo, padeciendo lo que su constitución física aclama, logra articular un llamado al otro? Allí radica la demanda primordial de supervivencia humana: un otro ante el cual, por nuestra dependencia fundamental, requerimos ser escuchados.
Forzado a adaptarse a esta única perspectiva, Jean crea un nuevo modo de relación a partir del parpadeo de su único ojo, logrando construir, ante un otro atento, un nuevo lenguaje. La posibilidad, la da una suposición básica: su parpadeo tiene un sentido.
Dejemos eso quieto un rato, prosigamos, con el devenir de lo que hay puesto, en la estructura básica del claustro y lo que soporta las clausuras. Aquí, entramos de alguna manera, muy sutil, en la política, ceñida estrictamente, a la configuración de un cierre constitucional ocurrido recientemente en Venezuela. Un quiebre del estado de derechos, ¿Que implicaciones tiene esto? Pues que “la monarca”, no solo es una taxonomía de las mariposas. El estado de derecho, se constituye, justamente ante la caìda del absolutismo, ante la imposición de la burguesìa del siglo XIII y XIX, ante el poder econòmico alcanzado, imponiendo los reclamos políticos, produciendo una transformación social, e incorporando el concepto de Estado, el cual hoy día, implica la garantía a todos los individuos sin distinción a acceder a los derechos civiles y políticos.
Implica entonces, el estado de derechos y el respeto a los lineamientos constitucionales, el lìmite que pone freno al capricho de uno. La sentencia 156 emitida por la Sala constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en la que se declara que, las competencias de la Asamblea Nacional serán ejercidas directamente por la Sala Constitucional del máximo tribunal del país, equivale a la clausura de dicho Estado de derechos, por anular la división de poderes establecida constitucionalmente.
El capricho político tiene entonces, nombre venezolano: monarca, rey, dictador. Absolutos arbitrarios, que “sin límites“, limitan dos garantías fundamentales que mantiene el estado de derecho, el Art. 7 La dignidad humana y el art. 8 Igualdad ante la ley. Cuando un gobierno decide por la arbitrariedad, el pacto social se rompe, es ahí donde la norma cumple su función: preservar el contrato social.
Es aquí donde se introduce el segundo enclaustramiento, derivado del cumplimiento de la voluntad arbitraria de un hombre,  en desacato con los acuerdos para todos. El claustro, viene del latin “claudere”, cerrar, o clausura, ¿Ante este encerramiento político, cuales son los horizontes de apertura, posibles para un país especifico, como es Venezuela? aparece la pregunta, ante la recién nominaciòn, surgida ya, claramente precedido por los hechos, ante esta forma de gobierno,  que configura su modo de funcionamiento de manera dictatorial.
Entonces, surge un llamado, asì como el cuerpo en cautiverio, somos ahora una nación enclaustrada, se requiere de buenos escuchas, ante los chillidos, sollozos y gritos que claman un ¡Gloria al bravo pueblo! ante el vil egoísmo, que otra vez triunfò. Ante los tiempos de cierre, se aguarda, se espera un momento de apertura, de fatiga, incluso de que algo se pase al equivoco, como esta vez ocurrió, y allí ante el tambaleo se lanza uno al atrevimiento; se podría decir que ante la vacilación del acto, se toma la batuta.
Ejemplo de ello, encontramos en la literatura, Moby-Dick; ante el autoritarismo y ambición de las ordenes del capitán Pollard, surge el primer oficial Owen Chase, quien al temblor del primero por la “bestia blanca”, toma la capitanía, y decide dirigir el barco.  Sin embargo,  lo pedagógico de la historia, no es la sustitución efectiva de un capitán por otro, no nada de eso; sino justamente la codicia que los embriaga, ante la caza de tan semejante cachalote. Es el interés económico, lo desproporcionado de la pulsiòn, lo que precipita y lo que se encuentra de fondo en el capricho de mando. La desfachatez del goce, lleva a la cazeria y aniquilamiento de tan hermoso espécimen. No hay lo que ponga tope a lo despiadado del destino del cuerpo encerrado en su propio circuito pulsional. Por eso,  las fisuras se agradecen y se aprovechan, es allí, donde algo se pone a circular fuera, en las vías posibles que buscan el llamado del otro, no su exterminio.
En el tiempo de las mariposas, la historia de Las hermanas Mirabal, se opusieron fervientemente a la dictadura de Rafael Trujillo, homenaje a aquellas, quienes por su voluntad de salir de su capullo, encontraron un destino funesto. Asì como hoy, parece dilucidar, azarosamente, el asalto y la muerte de personas en las calles en nuestro país.
Entonces, ante la política de la mariposa, una invitación a la salida singular, ser monarcas particulares, buscando el modo de vuelo especifico para cada uno, encontrando así, cada quien, una causa con la cual pueda lanzar el hilo, que permita tejer una trama, que no atente contra el otro. Gobernar, por cierto, proviene de “pilotear un barco”. Embarquemonos en esto: Algo que haga ruido, un ruido que haga lazo. ¡por favor
!

La ciudad de los niños perdidos

Por: Margareth Acevedo
Hay que contar los hechos, esos que marcan los signos del terror, establecidos en un régimen que de semblante democrático, a sabido corretear los significantes, para voltear la denominación que le corresponde:  Dictadura. Llamemos las cosas por su nombre, cuando los efectos de su discurso se aparejan con eventos ya organizados, enumerados, y clasificados en categorías sobre tipos de gobiernos totalitarios.
La especificidad de esta estructura, radica en el modo en que habita el lenguaje, y sus reproducciones en actos políticos y sociales. Un sistema político vinculante a una forma burocrática que impone, y por otro lado expone en su actuar una deliberación y arbitrariedad, engranada de la mejor manera con el principio fundamental del lenguaje: se puede decir cualquier cosa con él. Decir por ejemplo “el mar es azul“, cuando se tiene fundado que el mar no es equivalente al color azul. También se puede decir el “mar es limón“, e incluso extremando mas los hechos de palabra, decir que en “Venezuela no hay dictadura, porque la gente puede opinar“. Y éste es el fundamento de este parapeto de gobierno.  La prensa y los medios en su restricción,  muestran este recurso: “no hay hambre en Venezuela, el clap da abasto a los venezolanos”. Hechos de palabra, que descolocan el justo valor de las mismas, des nombrando lo que en el acto se dice.
Si seguimos en esta línea, podríamos mencionar la discusión internacional sobre si se considera un “Genocidio” la hambruna de Ucrania, entre 1932 y 1933, dando por muerte entre  1,5 y 10 millones de personas. Donde algunas instituciones, como la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa,  revocó su denominación de “genocidio” en el 2010, alegando que si bien reconocía que la hambruna forzada de Holodomor llegó a serlo como consecuencia de la política del régimen totalitario de Stalin, consideró no se ajustaba a la definición de genocidio, al no ser dirigido contra un pueblo en concreto sino contra el pueblo soviético en su totalidad. La rectificación de la declaración anterior se hizo a petición del propio gobierno ucraniano pro ruso de Viktor Yanokovich, en contradicción con lo que había afirmado su antecesor en la presidencia y opositor Viktor Yurchenko.
Vemos aquí como la cosa no se corresponde con su nombre. Y de esta propiedad en la estructura del significante, se sabe servir gobiernos como el que hoy rige a Venezuela.
El acto se desvincula de la palabra. Una separación radical, que permite mantener un sector (nacional e internacional) “tranquilo” guarnecido en las comodidades de la palabra, organizado ante ciertos ideales estructurales, y sus velos. Mientras, que gran parte, nos encontramos desvelados, pues los ideales no alcanzan para que la cobija nos de calor. Aquí ese “Otro” de la tribuna, no arropa.
No se trata entonces, de la posición política, sino de la posición subjetiva frente a la vinculación con el horror. Como cada quien se para o se detiene frente a esto.  Se puede relativizar, como lo planteaba Einstein, y algunos políticos que parlotean con animales; se puede banalizar, como lo expone Hanna Arendt, y los que invitan a bañarse en los ríos de Caracas. Se pueden organizar fiestas, y bailes. Se puede ironizar y hacer un poco de humor, como el Chiguire bipolar, y salir premiado en el esfuerzo. Se puede convocar a marchas y protestas, a diálogos y grupos de encuentro, emigrar, viajar, tomar fotos, conversar, se puede escribir, inventar, sublimar, plantea Freud.  Ante ese agujero, inagotable,  nos convoca una urgencia: bordearlo. En el mejor de los casos transitarlo, caminarlo. Hacer un recorrido con él, no sin agujero. No sin Horror. Se puede hacer “como si” eso no estuviese allí, “como si” de eso no quiero saber. ¡Eso también es posible decirlo! si no prendan la televisión, ¡por favor! No quiero incomodar a nadie.
Entonces, estamos aquí, nos ha llegado, salir a la calle, o quedarse en casa viendo las redes sociales, es una forma de habitarlo. Se puede también, estar en casa, haciendo otras cosas. También. ¿Pero se quiere? muchos desean que todo vuelva a ser como antes,  que se acabe esto, ¡que volvamos a la normalidad! ¿pero se puede?  Entonces  lo que supone cuando se toca lo insoportable es un llamado a que se éste de nuevo tranquilo. Tranquilo, por favor quédense tranquilos, ¡paz paz!, ¡así sea a costa de la muerte! Paradojas ambulantes, de eso esta lleno la “Nueva constituyente”.
Algo de este orden, ha sucedido en años anteriores. Un llamado a la tranquilidad  que no alcanza, y que se rastrean sus efectos.  La angustia incomoda, deviene en actos para su cese.  Algo nuevo aparece en el horizonte: No a la represión. Leamos esto en su dimensión clínica. Freud nos dice al inicio de su texto  “La represión” (1915), lo que sigue:
“Otro de los destinos del instinto puede ser el de tropezar con resistencias que aspiren a despojarle de su eficacia. En circunstancias cuya investigación nos proponemos emprender a seguidas, pasa el instinto al estado de represión. Si se tratara del efecto de un estímulo interior, el medio de defensa más adecuado contra él, sería la fuga” (pag.1057, en Obras completas, Ed. Biblioteca Nueva).
Tropezar con la resistencia, dejemos esto por allí, para retomarlo luego. Dice mas adelante que tratándose de la pulsiòn, la fuga resulta ineficaz, pues el “yo no puede huir de si mismo”. Es decir hay de lo que se puede uno escapar, y hay de lo que no, y aquí se ubica muy bien el concepto de pulsiòn, de eso no. Ademas orienta la lectura de la pulsiòn en dos coordenadas posibles: el juicio de repudio que cae sobre él, lo llamarà condena y la fuga. Se enjuicia o se huye de la pulsiòn. De lo que “no se puede escapar”, una de las formas de lo real.
Continuo con esto. Se puede complacer, e incluso convalecer con el goce del Otro. Salto a esta noción lacaniana, porque es justamente lo que se ubica en un sistema  absolutista -si cabe el tèrmino, no tan vencido- parecido a lo que se encuentra hoy día en el poder. Por cierto, si esto se parece una condena, estamos en el orden de la pulsiòn.  Me recordaba la película Vatel, film dirigido por Rooland Joffè, ambientada en la Francia del siglo XVII (¡previo a la Revolución francesa!), sobre la vida de Francois Vatel, el intendente fiel del Príncipe de Condé, un hombre arruinado, que intenta recobrar los favores del rey Luis XIV de Francia. Vatel es designado para servir y atender los gustos del Rey, tarea que emprende creativamente,  desde su talento de cocinero y organizador de eventos. Un detalle deja entrever, ante los caprichos de la corte, Vatel pone alto, un gesto de oposición lo salva de quedar atrapado  en el capricho particular de la monarquía. Allí dice ¡NO! a la ubicación del hombre como objeto de goce.  Da la vuelta, hace trampa, negocia, inventa. Incluso hace un acto desesperado en su desenlace. Pero se resiste a colocarse en ese lugar, frente a un otro gozador absolutista: hace resistencia. Un sujeto y sus avatares.
Sigamos con el texto de Freud. Nos dirá mas adelante que ciertas pulsiones,a pesar de  su condición dolorosa, no pueden ser reprimidas, el hambre es una de ellas. Requiere su inmediata satisfacción. De esto, tratarà, también este ¡No a la represión! apuntando a algo que efectivamente se hace imposible al olvido. La condición para la represiòn es un instinto, que por displacentero amerite ser desalojado de la conciencia, aquí el llamado a la comodidad encuentra su fundamento. Es como si dijesen: olviden el hambre, olviden las muertes, olviden los derechos, olviden. Es el mandato por un lado, un empuje a la represiòn frente a lo que se resiste.
¿Como puede uno hacerse el loco? seria la lectura entre líneas, del concepto en psicoanálisis de la represión: “de eso no quiero saber“, un “eso” que se encuentra en desalojo, el inconciente. Seria hacerse el loco con lo reprimido. Pero es que justamente, de eso, no es posible no saber hoy día. No se puede estar tranquilo, en la tranquilidad de la represiòn. Signos de horror, saltan a la vista. Salta en la cifra.  Son la mayoría jóvenes, muchos de los desaparecidos, asesinados y apresados, en los eventos recientes de las protestas en Venezuela. Sin contar que la gran mayoría de las víctimas por delincuencia, que de las 28.479 muertes violentas del año 2016,  21.643 personas tenían menos de 35 años de edad, es decir, un 76% del total de fallecidos, según estimaciones del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
En Venezuela,  ocupa un lugar primordial otro dato, no de menor importancia: el numero de emigraciones, de los cuales muchos son jóvenes estudiantes y profesionales, sin contar los que aun están por sumarse al viaje. Los niños que vienen, esos que aun están en espera, hay que pensárselo mas de dos veces, o no pensarlo-creo así vienen- para traer un niño a esta noble tierra. La desnutrición, el acceso a los medicamentos, la falta de garantías en salud pùblica, la crisis económica, social y la inseguridad y violencia, son puntos de quiebre, que hacen de la maternidad y el embarazo, momentos de desabastecimiento natal. Comentario aparte, pero inclusivo, son muchos los jóvenes los que constituyen los sectores militares, bandas organizadas delictivas, y sectores armados.
Cifras que horrorizan, fugan, censuran. El horror, como otro nombre posible de lo real.
El titulo de este escrito, invita a una referencia: el film La cité des enfants perdus (La ciudad de los niños perdidos) película francesa realizada en 1995 por Marc Caro y Jean Pierre Jeunet, su particularidad radica en la desaparición de los niños.  Su semejanza con Venezuela, no deja de resultar indiferente.
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Una ciudad guarda un secreto. Es la consigna de la película, lo inconfesable de la misma, es lo que sus pobladores temen pronunciar: Los niños que solían atestar sus calles están desapareciendo uno a uno, y nadie sabe adónde o por qué se han ido.
¿Porque desaparecen los niños? ¿Porque puede dejar de sorprender esto? aquí su secreto: un amo. Un amo, que condena el recuerdo. Un llamado a la tranquilidad, y su correspondiente sumisión al significante. En el film, tiene nombre, Krank, se los presento y también su secreto: envejece prematuramente por culpa de su incapacidad para soñar. Por eso inventa una maquinaria que almacena sueños, sustrayendolos de los niños secuestrados en esta ciudad. Un sistema de vigilancia y control, se despliega efectivamente, pues no hay niño que no escape.
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Ellos sueñan, es el pie de pàgina de la película. Un lugar para albergar el deseo. Un lugar que revela la verdad inconfesable. Pero también, como lo plantea Lacan en Dos notas sobre el niño: “El niño queda expuesto a todas las capturas fantasmaticas. Se convierte en el “objeto” de la madre y su única función es revelar la verdad de este objeto”. Una intervención posible, poner freno a este lugar de objeto, en el cual ha sido situado el niño ante el deseo des-calabrado de la madre.
Los niños perdidos, porque allí, en ese lugar ¿Que los orienta? ¿Que pone lìmite a la boca voraz? en cuya voluntad nadie inter-media. Perdido, entonces. Ante un país desorientado, -que incluso por intereses económicos internacionales, muchos han hecho la vista gorda–  cuyas coordenadas se encuentran subvertidas en un régimen que es mas “loco que una cabra“, queda una intervención posible: ¡Decir no! desobedecer organizadamente, a las imposiciones de “paz” mediante el ejercicio de la violencia,  a los actos donde se expone la vida en su valor cero,  a la violación de los derechos fundamentales del hombre. Un “no”, que si por lo menos no implica una salida inmediata y satisfactoria de este gobierno, se asume en una detención subjetiva, que pone en evidencia, un alto necesario al sometimiento del cuerpo como tributo u objeto desechable. No al capricho, que palabra ésta, viene del italiano “capriccio“, aludiendo al salto impredecible de las cabras.
Quiero detenerme en ese ¡NO! que aparece en el horizonte de nuestro contexto ante el hecho de que ¡La libra de carne es un joven con guaramo! Dije anteriormente que se puede complacer o convalecer ante el goce del Otro. Y aquí introduzco la noción de obediencia y desamparo. Plácidamente o de forma resignada, ambas implican una aceptación del goce, una manera de dar cierre a una vía; en otros términos, clausura del inconsciente. Pero eso falla, la estructura tiene sus fisuras, sus aperturas, algo de eso podemos aprender en los discursos de este presidente. Hay lo que se resiste a ser reprimido, y hay la resistencia a que advenga lo que se ha reprimido.
La indignaciòn como una de las formas de la resistencia, se opone a la indiferencia. La segunda es una forma de estar tranquilo. Uno de los modos de la eficacia de la represión. Mas, con la primera, no es suficiente, es necesario, un esfuerzo mas.
Aguardar a la apertura de una vía, pero no cómodamente.
Referencias:
Freud, S. (1915). La Represiòn. Barcelona. Ed. Biblioteca Nueva.
Observatorio Venezolano de Violencia. Pagina oficial: https://observatoriodeviolencia.org.ve/
Lacan, J. (1983). Dos notas sobre el niño. En Intervenciones y Textos 2. Buenos Aires. Ed. Manantial
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apasionados por la verdad

Por: Margareth Acevedo
Una época que mal lidia con la incertidumbre, donde los tiempos de espera desesperan, nos encontramos como bien dice el tìtulo con un apasionamiento por la verdad, ¿podríamos decir de igual modo “indiferencia por la mentira”? NO, rotundo. Pues no leerse en su reverso, es un mal ahorrado. Vamos a ver de que sigue !La tecnología ha colado muy bien! ¿Quien hubiese pensado que la implementaciòn de los malentendidos en dispositivos móviles se hiciera tan efectivo? La comunicación, mal llamada así, se ha visto reducida a encuentros verbales textualizados y emoticonizados, es decir colonizados. Un texto sin textura, aun. El cuerpo excretado del intercambio entre un lenguado y otro. Efectos de ese mecanismo peculiar, desborda: angustias que se remedian inmediatamente. Un llamado a una respuesta rápida. Se ha visto, le ha llegado, se visualiza y se informa sobre lo enviado y recibido. Las ausencias y los tiempos de espera cada vez mas achicados. Zygmunt Bauman nos habla de lo lìquido. Nos liquida. El tiempo se desparrama. Nos apresuramos a responder para la pulsiòn, con pasión. Sujetos inmersos frente a pantallas, cortando y pegando. Trozitos de cuerpo que se disponen, capturados en una imagen. ¿Donde esta el cuerpo en todo esto? parece que solo se necesita el pulgar.
¿Por que ante la ausencia de respuesta, surge la angustia? ésta escurridiza e imprecisa se despliega efectivamente cuando menos lo proponemos, no sabemos como ni cuando surgirá, es descrita, de formas muy particulares: “tengo el corazón arrugado” “Un aprieto, un achicamiento” ” un ahogo en el pecho” “un vacio en el corazón” “un atoro en la garganta” “una vena que me comprime” “una sensación de intranquilidad, un palpitar que no es normal”, “un latir esguañengado” “un guarapo mal tomado”. Formas de decir la angustia, pues ésta no dice mucho, toma el cuerpo en su dimensión vital, encarnando un mal-estado. Aquí se siente el peso de tener un cuerpo vivo, y tomado por efectos de lo insoportable.
Entonces, tenemos este dispositivo sintagmatico, que como arreglo estructural , viene a dar respuesta a una sensación humana. Aun no sabemos de angustia en las mariposas. Pero eso esta allí, y parece ponerse al servicio del mercado, y de lo que sus objetos ofrecen. Aparece la distracción, como una forma de apartar la vista, y si tenemos suerte, también el corazón -brevemente- de esto. Como lo plantea Freud en Malestar en la Cultura (1930), las artes, las ciencias, y la religión han  sido lugares para hacer con ella, en cambio tenemos el entretenimiento,  por otro lado, como forma de satisfacción,  cuya duración es efímera, pero se halla al alcance del pulgar, hoy, y parece repercutir en la misma. Un caramelo se pone en el paladar, se deshace en la boca, quiero mas, quiero otro. Este modo, ha implicado la reducción de las diferentes salidas creativos y singulares del hombre ante la angustia y de su hacer con el  deseo, llegando hasta  un acomodamiento apulg-atado -si se puede decir así-con el pecho.
Entonces, ¿Como articular la verdad, en este asunto de la angustia y el cuerpo?
Somos apasionados de la verdad, se insiste ¿La angustia -como único afecto que no engaña-exige la verdad? Algo allí se destapa, ¿se tapa? Se para. Como si el sujeto estuviese comandado por una verdad, incuestionable, y esto impide separación.
La Verdad saliendo del pozo (1896), Jean-Léon Gérôme.
Un caso de Freud denuncia un fallo en los semblantes, Dora. Cazadora de la verdad, así la he llamado. Aferrada a cierto enganche con el develamiento. Su padre -impotente- hace gozar a otra mujer, que no es su madre. Esta ùltima no juega papel alguno allí. La otra mujer, Sra. K. en tránsitos amorosos con su padre, casada con el Sr. K. El cual muestra afectos hacia la señorita Dora. Ella entra en el juego del intercambio y del objeto que se pone a circular en relación al deseo. Asunto que conviene al padre, a la Sra. K y al Sr. K. Dora se queja de esto, su motivo fundamental, radica en que la hacen pasar por loca, ésta señorita no sabe lo que dice, argumentan los demás. Ella denuncia el juego de seducción del Sr. K, pone en evidencia que la Sra. K la trata por conveniencia con el padre, y se queja de los asuntos  ilícitos del padre con la Sra. K, y su empuje por dejarla a solas con el Sr. K. No olvidemos que también se le encara a Freud, lo capta en la transferencia éste: “ella me ha puesto en el lugar del padre” “quiere ver si en mi puede confiar” “si yo le voy a creer“.  Dora lleva su apasionamiento hasta el final: el padre falla. Esa es una verdad. Se lo hace encarnar en el cuerpo, su síntoma.  Una mujer que no cree en nadie, como se le dice ahora. Una desengañada, pero engañada -no sin violencia-por la verdad.
¿Cual es la verdad de todo esto? Que ella Dora, goza de esto.
Una época, en que la hipocresía burguesa encontraba su buen albergue, el fracaso matrimonial era la norma. El deseo se moviliza en esa instancia estructural. Y cada quien se las arreglaba como podía. Dora, con su cuerpo, decía: eso falla. El semblante se desvanece para ella.
No ha caído en cuenta, aun, en la trampa fundamental: la verdad, si puede decirse así, tiene estructura de ficción. No tanto por el “la” que por “verdad”, puesto en la frase. Pero ambas palabras apuntan a algo de lo que también fracasa: -la- verdad. No toda, como dirà Lacan. Pero ella habla.
Tiene estructura de ficción, mecanismo que por cierto ha sido uno de los modos de lidiar con la angustia. Fictus (“fingido” o “inventado”) simulacros o construcciones, montadas para vincularse con lo que no engaña.  Lo real en juego, no juega amablemente. Arrasa, y allí la necesidad del invento.
De eso, sabe Freud,  ante eso- que nos pone a decirnos- y que se cree. Estamos inevitablemente expuestos a que –eso– hable. Una carta  dirigida a su amada Martha Bernays, nos dice lo que sigue:
Viena 25/9/1882
Para mi querida Marty:
Comienzo estas notas sin esperar tu respuesta, para contarte mas cosas acerca de mi y de mis actividades, ya que nuestros contactos personales no me permiten decirte todo lo que yo quisiera.
Aquí, se pronuncia ante un obstáculo, decir todo lo que se quiere: una imposibilidad. Continua de igual modo, cada vez mas interesante su proceder. Afirmándose en este “No quiero seguir contándote sin- a menos que“. Un condicional, para proseguir en la escritura: hacer de otro, a quien aquel se dirige.
Voy a ser muy franco y confidencial contigo, como conviene a dos personas que se han unido para transcurrir su existencia en amor y amistad. Mas como no quiero seguir escribiéndote sin recibir respuestas, dejare de hacerte tales confidencias en cuanto no reciba tu contestación.
Luego continua con un poco mas, donde se visualiza mejor, el efecto de mentira que se asoma ante lo que llena allí, el vacío, y que contrarresta con lo acontecido en el encuentro con un cuerpo.
Los permanentes soliloquios internos relativos a la persona amada que no son corregidos ni remozados por la presencia de dicha persona conducen a falsas opiniones sobre la mutua relación y aun al rompimiento cuando, al reunirse de nuevo, se da uno cuenta de que todo es diferente a como lo había imaginado.
No me detendré mas en esto, pero invito a que continúen la lectura de la carta, la cual expone el tramado que dispone en el vìnculo con Martha. Donde subraya cierta  separación necesaria, un distanciamiento de nuestras ficciones fundamentales, para dar lugar a los “legítimos anhelos del otro“. Tal separación de nuestras construcciones narrativas mas particulares, dan espacio a lo que podría denominarse un invento: la conversación. No existe, pero podría uno atreverse a ello.
La imaginación juega de malas, y en la actualidad, ésta se pone al servicio de los utensilios. En un mundo de imagenieria pulgarizada, cuesta patas arriba hacer algo distinto a distraerse, un hacer algo con el cuerpo, hacer con la angustia, hacer con la verdad, e incluso con la ficción implicada en ella.
Consideremos también, que en la carta de Freud, los periodos de espera ante el intercambio epistolar se tardaba días, incluso semanas. El transporte, en esa época-finales del XIX-, aun daban susto en su rapidez, sino pregúntenle a Juanito, el niño de las fobias a los caballos y a los tranvías. Ahora en pleno siglo XXI los carros marchan rápido, los aviones, los barcos, el reloj incluso, sus manecillas se han vuelto un poco mas ágiles, la información anda veloz e inmediata, entonces ¿porque no esperar lo mismo de nuestras verdades mas radicales? esas también vuelan, como los fantasmas, que no con tanta luz, debajo de las camas, aguardan, a que se prenda rápido la lucecita, y se vea por fin, la cobija con la que nos arropamos para que no nos de frío.
Referencias:
Freud, S. (1970). Epistolario I (1873-1890). Barcelona: Plaza y Janes.
Freud, S. (1930). Malestar en la Cultura. En Obras completas. Barcelona: Biblioteca Nueva.
Freud, S. (1905). Análisis fragmentario de un caso de histeria. En Obras completas. Barcelona: Biblioteca Nueva
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