viernes, 12 de febrero de 2016

La sed no tiene plural

El plural es un invento de los hombres. 


En un breve escrito de Damian Galmes, en su blog "Tientos y discreciones", recoge lo que se ha de denominar "Lo singular", cito:

"La latina preposición “sine” encarna al concepto de “no estar en”, y ulteriormente que el romano nombre de “cilium” representa a la noción de “cabello o pelusa”. "...El término “sineciliare” tras pasar a ser pronunciado a posteriori como “singulari”[1] derivó su significado de cara a la idea de “mostrarse a uno mismo o a una cosa aislada como si fuera el brillar de una calva en una cabellera o como si no tuviera nada que ver con sus objetos circundantes”

Cuando abordamos una palabra, esto es:des-componerla, des-trozarla y porque no con-templarla, estamos realmente amando a esa palabra. ¿Que tiene que ver el amor con esto? quizás no mucho, pero tampoco, tan poco. Pretendo entonces abordar esa marca, llamada desinencia (cualidad de un agente), que le brinda la oportunidad a uno de decir que algo es "uno". 

Heidegger en sus lecciones dictadas entre 1935 y 1936, que luego se elaborará un texto a partir de eso, denominado "La pregunta por la cosa", plantea lo siguiente: 

"Las cosas son particulares. Esto quiere decir por lo pronto: la piedra, el lagarto, la hierba y el cuchillo, son en cada caso concreto cosas aisladas. Ademas: la piedra es una piedra completamente individualizada, precisamente ésta. No hay una cosa en general, sino sólo cosas particulares, y las particulares son ademas en cada caso concreto éstas. Toda cosa es un esto concreto y no otro." [2]

Introducirá luego las dimensiones de localización e instante, pues la determinación esencial de la cosa, en un esto concreto, se funda en la esencia del espacio y del tiempo.

Ahora, no perdamos de vista, que por esto, se trata de anular las similitudes entre una y cosa y otra, por eso, citará a Leibniz, quien negó que puedan existir jamas dos cosas iguales. éste dice: "Dos cosas indiscernibles, es decir dos cosas iguales, no pueden ser dos cosas, deben ser la misma, esto es, una cosa".

Estas cuestiones me proponen un ejercicio de imaginación sin el plural, artefacto donde sólo apuntaríamos a lo particular, a "un eso" concreto. Un reconocimiento de que no hay "todos" ni "esos" ni artículos demostrativos en general, nos comunicaríamos situándonos constantemente en dimensiones demostrativas: esa casa, esa niña, esa mujer, esa sed... 

Por cierto, les comentaba que la palabra "sed" no tiene plural, es una de esas rarezas gramaticales, que permiten, enunciarlas en toda su belleza. Sólo existe una sed, la que cada quien tiene, si existiera "sedes", estamos hablando de otro terreno: Lugar donde se reúne un grupo de gente, plurales...

Lo interesante del demostrativo: "ese" y de los artículos indefinidos singulares: "uno y una". Es que da paso al posesivo: mio... tuyo... 

Dar lugar a esa sed, una sed, mi sed... Lo cual permite el reconocimiento de lo propio, por un lado, y la distinción de lo ajeno, por otro. Así como cita Damian: "Lo singular es el brillar de una calva en una cabellera o como si no tuviera nada que ver con sus objetos circundantes". Poder andar cada quien con su cabellera o su calva suelta, como si no tuviera nada que ver con...

Por cierto no en todas las lenguas la marca del singular es nulo (como en el español, donde es el agregado de la "s" lo que denomina el plural: "la-s casa-s) en Ruso, por ejemplo, el morfema para nominativo singular es el agregado de la "a" que se corresponde con el género femenino.

Lo femenino y lo singular.... por eso el plural es un invento del hombre (como género humano universal), ese ser abstracto e inexistente, que busca introducirse como sea, en esa lógica del "para todos", encontrando entonces en el psicoanálisis, un lugar, inscrito en otra lógica, "Todo no" "No del todo" , dirá Lacan en el seminario 20, "No todo", lo que permitirá dar paso a la sed de cada quien. 

No todo del plural.

Por cierto : Tan enamorado estaba el zar Alejandro III de su esposa la emperatriz María Fyodorevna, que encargó un huevo de Pascua al orfebre más célebre del lugar: Peter Carl Gustavovich Fabergé, que fabricara un huevo de Pascua cada año para su amada, estipulando solamente que el huevo fuese único y que encerrase una sorpresa. 

Faberge

Citas:
1. “mox singulari beneficio magistri sociorumqne collegii Caiani Berolinum ad me”. Singulari Ulpiano libro tercio decimo ad sabinum aut vel libro singulari ad S C Tertullianum. En Digestum vetus s. Comentarios Derecho romano s. XV. 2012. Editorial : Venetiis.
2. Heidegger, M. (1964). La pregunta por la cosa. Editorial: Alfa. Argentina

Fuentes consultadas:

  • Lacan, J. (1972-1973). Seminario 20. Aun. Edit. Paidos. 
  • Galmes, D. Blog: Tientos y discreciones. Fuente consultada en: http://patatadamian.blogspot.com/
  • Diccionario de la Real Academia Española. 
  • Juan José Millas. La mujer Loca. Seix Barral.
  • El origen de los huevos de Pascua. Fuente consultada en: http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/16552242/El-origen-de-los-huevos-de-Pascua.html






miércoles, 10 de febrero de 2016

Una mujer papa-gayo

Una mujer papa-gayo


Ésta era una vez, una mujer papa-gayo,
que sostenida por una cuerda, 
se elevaba con el agasajo del viento.

Aprendió a volar desde pequeña, 
se amarraba una cabuya por el pescuezo,
y se lanzaba por la ventana.

A veces se creía cometa, 
dicen por ahí, del griego Kómes, que significa:
estrella fugaz de largas cabelleras”.

Así era, y no era ella…

Si ventisqueaba muy fuerte, 
se rompían sus lazos,
 y así como una mariposa recién salida de su escafandra 
con mucho esfuerzo,
tenía que reparar sus rotas alas.

Le gustaba dibujar colores en las nubes, 
mientras lanzaba silbidos a la brisa
azules, rojos, amarillos, rosas
eran sus sonidos favoritos.

Así era, y no era ella…

A veces se perdía, 
sus hilos se hacían frágiles, 
inventaba nudos,
que fácilmente se des-nudaban…

Así era, y no era ella…

Mientras volaba…

martes, 9 de febrero de 2016

Los monstruos andan sueltos

Los monstruos andan sueltos, y la gente ya no les teme.
Por: Margareth Acevedo

El mundo del niño es como una carnicería, un baño público, y una morgue; el mundo del adulto es una farmacia con una puerta abierta”. 
(No recuerdo el nombre del autor)

Veo una bruja de 56 cm. Un vampiro mudando los dientes. Un hombre lobo tomando su tetero. Una especie de zombi llorando porque quiere un globo, que un vendedor ambulante ha puesto en sus manos. También se asoman superhéroes, piratas, princesas, villanos, políticos, policías, un chavo y una chilindrina,  con su tangana y bolsitas de papelillos… Veo monstruos, y la gente cree que son unos niños.

Freud en su artículo Tres ensayos para una teoría sexual (1905), estructura la siguiente frase: “Los niños son perversos polimorfos”. ¿Qué quiere decir esto? Apuntaba en ese momento de construcción teórica a un eje que iba más allá de las convenciones, un más allá que lo llevaba a fijar la mirada, o mejor dicho el oído, donde los demás volteaban a ver el disfraz. Freud veía el monstruo pulsional, que se colaba por el lenguaje, ubicando las coordenadas de la sexualidad que insistentemente, aquella sociedad, y porque no, cualquier sociedad, se negaba a escuchar.

La histeria, con su síntoma, ubicado en ese momento en su cuerpo, hablaba. Y a partir de allí, de dicho rastreo Freud pudo ubicar algo del orden de lo sexual, que se encontraba tejido con la historia del síntoma, pero que de eso, el sujeto, de eso nada sabía. En dicha búsqueda, reconoció que tal empuje, no podía hallarse solamente en dicho sujeto histérico, sino que algo de eso hablaba de forma tal, que le permitió construir un montaje teórico, capaz de introducir la noción de sexualidad desde el mismo momento en que hay cuerpo, y lenguaje. No nos equivoquemos, Freud no hablaba de sexualidad, de manera exclusivamente genital, en esto va a insistir bastante, introducía entonces uno de los ejes fundamentales de su teoría: La pulsión y sus destinos (vicisitudes), que luego desarrollará más adelante en 1915.

Donde hay un niño, hay una marca irremediable de la sexualidad. Allí hubo sexualidad. Es el signo del encuentro contingente o no, del cuerpo de un hombre sobre el cuerpo de una mujer. ¿Por qué fue tan rechazado Freud, cuando planteaba esto? ¿Por qué lo “inocente” viene a puntear la serie de discursos cotidianos cuando se hace mención de un niño? Si al observarlos atentamente, encontramos ¡El carnaval! Niños cuyos cuerpos gritan, lloran, se mueven inquietamente, se meten los dedos a la nariz, -en cualquier agujero realmente- , golpean, se besas, se rascan, se tocan: cuerpos desparramados. Alusión a la obra de William Golding “El señor de las moscas” (1954) y su referente sobre el niño cuando “no hay” de la Ley o su transmisión simbólica.  El niño es un cuerpo cuya satisfacción pulsional se encuentra desbordada en el cuerpo. 


El asunto espanta, cuando vemos que a quien se le disfraza, es al niño. No solo por una cuestión comercial, quiero insistir en esto, sino pensemos, en el asunto del personaje, como eso que se vela y se muestra, se revela. El niño se le otorga estatus de monstruo, de personaje para divertir, asustar, encantar, etc. al otro. A ese a quien poner la mirada. Agreguemos además, que dichos mons-otricos (otros chiquitos)  o mons-trozos (pedazos o piezas sueltas del monstruo pulsional) ya no asustan. Andan por allí, y son verdaderamente exhibidos, sin el reconocimiento del espanto que encarnan. Significantes del encuentro sexual, y al mismo tiempo, seres desbordados por la pulsión. O mejor dicho, con el "suelto" de la pulsión... 

Referencias:
Freud, S. (1905). Tres ensayos para una teoría sexual. En obras completas. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid. 
Freud, S. (1915). La pulsión y sus destinos. En obras completas. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid. 
Golding, W. (1954). El señor de las moscas.