el castigo es tu acto matutino
frecuentado con rigor,
sin piedad ni discernimiento
te veía impaciente
apurando tus afiladas garras
un rostro de mujer y corazón de rapiña
maléfica la palabra, en tu frente escrita estaba
salvado de la tempestad, inocente truncado
caído como estoy, culpable que soy
acogo hoy el mejor perdón,
pues tu tormento hoy se llamarà un olvido
agradecido por tu ayuda,
de llevar mi condena
ni siquiera darás cuenta
que hoy a ti escribo esto,
y que mejor venganza
no hay otra que tu nombre
arpía de adorables cabellos, y palabras veloces