que sostenida por una cuerda,
se elevaba con el agasajo del
viento.
Aprendió a volar desde pequeña,
se amarraba una cabuya por
el pescuezo,
y se lanzaba por la ventana.
A veces se creía cometa,
dicen por ahí, del griego Kómes,
que significa:
“estrella fugaz de
largas cabelleras”.
Así era, y no era ella…
Si ventisqueaba muy fuerte,
se rompían sus lazos,
y así como una
mariposa recién salida de su escafandra
con mucho esfuerzo,
tenía que reparar sus rotas alas.
Le gustaba dibujar colores en las nubes,
mientras lanzaba silbidos a la brisa
azules, rojos, amarillos, rosas
eran sus sonidos favoritos.
Así era, y no era ella…
A veces se perdía,
sus hilos se hacían frágiles,
inventaba
nudos,
que fácilmente se des-nudaban…
Así era, y no era ella…
Mientras volaba…
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