domingo, 5 de junio de 2016

La carta que finalmente se envió


te escribo antes de que finalice el invierno,
noche de cuarto menguante y ojos vencidos,
te confieso que me he tardado un poco mas de lo suficiente,
pues no se llevan bien mi dificultad con la prosa, con mi proceder contra el hacer nocturno

te confieso también, que soy un poco muda con el sonido,
me va mucho mejor con los llantos y los gritos, ni de hablar de los silbidos y tartamudeos
parece ser que en el silencio tengo mejor acústica, han dicho los médicos
antes de indicarme algo para la cordura, y también un poco para el sordeo

me he tardado un poco menos de lo necesario, eso he querido decir,
el tiempo de viaje de la soberbia paciencia de la mariposa monarca,
de la imprudencia maniobrada del salmón rojo en su afán de seguir,
y de la violenta entereza contra el frío de la amable grulla peninsular,

te escribo esto durante este largo otoño, ya sabes cuanto me cuesta dormir,
te envío ésta carta en un sobre de papel maché, con una estampilla de peregrina,
una carta sin remitente ni destinatario, sin aprietos ni presuras, sin oídos para oír.
una carta necesaria y atolondrada, gastada de tanto no ser enviada, una golondrina por salir.














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